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Medios de comunicación, redes sociales y sexualidad

Después de haber leído a Judith Butler, el término género que conozco, me parece que queda corto: “la construcción social que hay en torno al sexo biológico”.

Este término dice tanto en tan poco, pero siento que el común denominador de las personas, no tenemos muy consciente de lo que implica “lo social”. Quizá en mi orden de ideas, lo más adecuado sea abordar el tema desde la normalización.

Para este punto en el que me encuentro procesando toda esta información, me parece que la normalización, baja desde el poder.

Dice Foucault que, “el poder reside y se ejerce en el nivel de la vida, de la especie, de la raza y de los fenómenos masivos de la población”.

Muchos de los acontecimientos (si no es que todos) en la humanidad han sido uno de estos fenómenos masivos, y es un resultado del patriarcado. La cuestión más individual, se ve envuelta una situación social, pues somos a través y por la sociedad que nos engendra.

Evidentemente, en una época en donde había pocos medios de comunicación, que no fueran cantos y cuentos que pasaban de voz en voz, pinturas rupestres o papiros, no había tanta necesidad de normalizar las cosas de la forma en la que conocemos en la actualidad, puesto que tampoco era tan sencillo propagar entre otras culturas una ideología o ciertos estándares que no fuera a través de la conquista y esto ya resultaba una implementación ideológica obligada.

El poder en muchos sentidos surge a partir de que el ser humano considera que puede tener bienes.
Cuando descubre que existe una manera de obtener recursos alimentarios a partir del cultivo, comienzan a asentarse en los lugares en donde encuentran tierra para hacerlo. Las familias eran comunes, es decir, no existía la monogamia, todos eran responsables de las crías. Pero al comenzar a reproducirse entre estos pequeños asentamientos, se percataron que también tendrían que compartir sus propiedades con los descendientes de los que no tenían certeza quien era el padre; no había certeza porque no había necesidad hasta este punto, ergo, da inicio esta etapa de “control” y con ello, la monogamia. Todo esto por la herencia. De esta manera aseguraban que sus tierras se quedaran entre los miembros de la misma tribu.

Como la herencia la convierten en una necesidad, surge con ella la preservación de la especie, que, aunque esto ya era algo que se hacía de manera natural, se torna necesidad, y pienso que aquí da inicio este dispositivo disciplinario que es la heteronormatividad, que regula los usos del cuerpo (Serrato y Balbuena, 2015).

¿Cómo impactan los medios de comunicación en la sexualidad?

Finalmente, espero mostrar que la distinción entre la ley simbólica y la social no puede sostenerse en último término, que lo simbólico mismo es una sedimentación de las prácticas sociales y que las alteraciones radicales del parentesco reclaman una rearticulación de las presuposiciones estructuralistas del psicoanálisis…” (Butler, 2004)

Las estructuras sociales que hemos creado como humanidad y los conceptos que tomamos como “adecuados”, impactan de manera contundente en la forma en que los medios de comunicación dirigen sus contenidos, ya que pretendemos encajar en lo “trendy”.

Necesariamente se establece una conexión con el lenguaje que se habla, para poder argumentar el porqué de tu persona, y visibilizarnos o validarnos cómo tal. Pero ¿cuál es la finalidad? ¿únicamente ser parte de la normalidad? Butler habla del acto de informar sobre uno mismo y el acto de la autoobservación tienen lugar en relación con una cierta audiencia, hay una audiencia que es el destinatario imaginario; estos actos se dan ante cierta audiencia para la cual se produce una imagen verbal y visual del Yo.

El género nos causa infelicidad, debido a los estándares bajo los cuales se marca y delimita lo que es correcto performar y para lo que fue decantado el sexo biológico al momento de nacer.

La asignación de sexo o sexo biológico trae consigo un sinfín de instrucciones de cómo ser un hombre o mujer, socialmente establecidas a través de siglos. Por eso, cuando los médicos al recibir a este nuevo ser en donde no se discierne bien si lo que tiene es un pene o una vulva, entran en conflicto, pues al no poder hallar un lugar para localizarlo en esta dicotomía piden a los padres que elijan un sexo para el o la pequeña y poder enseñarle las normas que van de acuerdo con el sexo que le fue provisto.

El DSM, ofrece muchos criterios diagnósticos, en donde se debe encajar para poder ser acreedor a una patología o estar libre de ella.

Un diagnóstico de género puede tener impacto en una persona en ambas direcciones, tanto positivo como negativo.

¿Cómo se puede direccionar hacia cualquiera de los dos lados?

“Se argumenta que los niños nacidos con unas características sexuales primarias irregulares tienen que ser corregidos para encajar, para sentirse más cómodos para conseguir la normalidad…” (Butler, 2004)

Bien, pues como refería anteriormente, para ser acreedor a un diagnóstico, es necesario cubrir con cierto porcentaje de los criterios diagnósticos marcados por el DSM, y no solo eso, sino tenerlos en mayor o menor medida. Una vez que estamos dentro de una patología, es entonces como la visión favorable viene (a los ojos del acreedor). Ya que socialmente estamos educados para encasillarnos en un polo que va del Hombre a la Mujer, sin atrevernos a quedar en la mitad de esta línea. Cuando se nace con un cuerpo que no corresponde al sentir de la persona o con un sexo que no se encuentra definido a los ojos de un médico, es necesario, para el portador del cuerpo, someterse a una cirugía de cambio de sexo. Pero no habrá manera de que un seguro de gastos médicos lo cubriera, a menos que, esté diagnosticado, y de esa manera el seguro podría cubrirlo (al menos en lo que respecta a EEUU).

En pleno siglo XXI, la patologización del género continúa siendo una realidad, una estigmatización. “La idealización de la morfología del género se hace incidir literalmente en la carne.” (Butler, 2004). -Y yo agregaría que en solo un pedazo.-

¿Es necesario establecer una identidad social?

Si observamos a un niño de la actualidad, hay muchas cosas que ya no les preocupa hablando de género. Es cierto que aún juegan y adquieren estos roles porque tenemos siglos haciéndolo y es difícil desprenderse de algo que es parte de una sedimentación social.

Chase menciona en la entrevista que le hace Angier: “no pueden concebir dejar a alguien tranquilo. ¿Se realiza la cirugía para crear un cuerpo de apariencia normal? Y las cicatrices y mutilaciones que resultan de ello, es la prueba de que es lo que de hecho se logra.” (Butler, 2004)

Pero entonces, estamos hechos por y para cubrir los requisitos de una sociedad, en donde nuestra satisfacción en realidad es la de la otredad.

Hale plantea un ejemplo que me parece totalmente válido que es que, cuando uno se somete a cualquier tipo de cirugía estética, no hay ningún tipo de preguntas en torno a la infancia y a lo que se fantaseaba, ya que resulta una cuestión irrelevante, ¿por qué sí sucede esto en una intervención de cambio de sexo?

“Pareciera que el verdadero reto radica no en poder sobrellevar las normas que rigen al otro género sino al discurso psicológicos que hay detrás de todas estas normas.” (Butler, 2004)

La lucha por los derechos sexuales se da con base en las legislaciones, en los diagnósticos psiquiátricos o cualquier tipo de reglamento o estudio que se haya hecho para regular de alguna manera el género. Los tienes que conocer o estar encasillado en alguno de éstos para luchar, y como todos nos encontramos en este encasillamiento, todos podríamos (o deberíamos) de abanderar esta lucha.

Claramente, el impacto que tienen los medios de comunicación, cualquiera que éste sea, resulta piedra angular en la sociedad. A través de ellos propagamos una “normalidad”, se esparcen creencias de lo que es “políticamente correcto” en cuanto a la sexualidad y género, algo que debería ser tan natural y nuestro y que son totalmente manipulables por los medios.

Hablando de redes, en esta actualidad somos “tan libres” (hasta cierto punto) de publicar lo que sea, y si pensamos que somos una sociedad llena de estereotipos y nos retroalimentamos de lo mismo, aun cuando “somos más abiertos” para lo que nos conviene, porque por supuesto que las redes permiten subir contenido “kinky” o hasta con muestras gráficas y explícitas de la sexualidad y sin embargo, si se trata de cuestiones de educación de la sexualidad, si se usan palabras de manera adecuada, es entonces cuando hay censura, entonces ¿qué es lo que se debe publicar?

La responsabilidad para hacer uso de cualquier medio de comunicación que hoy en día tenemos como educadores de la sexualidad, es grande, ya que, al estar llenos de etiquetas y normas de género, quienes publican contenido de cualquier índole, debemos tener cuidado la manera en la que hacemos llegar el mensaje a nuestro receptor. De aquí la importancia del lenguaje incluyente y la eliminación de etiquetas.

Somos una especie tan diversa, que no hay manera de encasillarnos en una binariedad.

Espero que este punto de la historia esté siendo el que de apertura para echar abajo todos estos estereotipos de género.

Deberíamos nacer simplemente como seres humanos y decidir en el camino y las vivencias, si deseamos posicionarnos en algún punto de esta línea que no es binaria.

“Biología no es destino”
Kate Millett

Referencias:

● Butler, J. (2004). Deshacer el género. Ediciones Paidós Ibérica. Barcelona. ISBN: 84-493-1880-7
● Foucault, M. (2011). Historia de la sexualidad. Siglo XXI. México. ISBN: 978-607-03-0292-3
● Serrato, A., Balbuena, R. (2015). Calladito y en la oscuridad. Heteronormatividad y closet. Revista Culturales. Época II, Vol. III, núm. 2, pp. 151-180. México.

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